La vanguardia, por fin

Alicante mua

La primera producción del Museo de la Universidad de Alicante reúne dos reflexiones sobre el ser y la

J. J. M. GALIANA 23/05/2000
El País

Salvo aisladas excepciones en alguna que otra galería con tendencias suicidas, el arte más moderno que se puede ver en Alicante es el esplendor geométrico de Eusebio Sempere. El Museo de la Universidad de Alicante estrenó el pasado viernes su primera producción propia: las exposiciones La sociedad informacional, de Daniel G. Andújar, y El hogar de los milagros del cuerpo, de . Ambas fueron concebidas especialmente para el museo universitario, que aspira a convertirse en el hogar del arte de vanguardia del que Alicante carece.Las dos exposiciones están separadas por un telón blanco. Si el visitante gira hacia la derecha, penetrará en el hogar construido por Mira Bernabeu. Allí encontrará una mirada hacia el lugar donde confluyen carne y espíritu, con fuerte dominio de verde, “un color neutro que simboliza ese tránsito entre lo material y lo espiritual”, según el artista. La carnalidad de los habitantes subleva la propia carne y conduce a la zona interactiva y audiovisual de la casa.

El vestuario y el salón ocultan proyecciones en las que los personajes de las fotografías cobran vida. Entre ambas estancias, el dormitorio invita a convertirse en uno más de ellos. En completa intimidad, uno puede hacerse hasta un máximo de cinco fotos en un espacio que sólo limita con la propia imaginación.

Sobre límites y fronteras reflexiona Daniel G. Andújar en La sociedad informacional. “Internet presenta una frontera en cuanto al acceso, y una vez dentro hay otras fronteras, como el control de la información”, dice el autor. Un camarín negro sirve de sala de descompresión. Cuando se descorren las cortinas, paneles llenos de letras se descorren desde su punto de arranque a los pies de una torre circular. Sólo se escucha el silencioso zumbido de los ordenadores.

Cada panel enfrenta información analógica con digital. La primera explica cómo fabricar explosivos y la segunda enseña los códigos para crear virus, entre ellos el temido I love you. “Toda la información que aparece es considerada ilegal por Estados Unidos, pero la información no puede ser legal o ilegal, lo es el uso que se hace de ella”, señala Andújar.

En un segundo anillo hay unos terminales informáticos en los que el visitante puede realizar varias operaciones de pirateo, desde asaltar el correo del rector Andrés Pedreño hasta escuchar mensajes de contestadores de Telefónica. El usuario nunca sabe hasta dónde llega la broma y cuándo está realmente cometiendo un delito informático, lo cual, para Andújar, dice mucho de las motivaciones de muchas acciones de pirateo, que nacen como un juego de adolescentes que se retan para tumbar un servidor.

En la torre central está el panóptico de vigilancia, que para la telemática se revela como herramienta inútil. En una malla como Internet, cualquier punto puede convertirse en centro y vigilar o controlar todos los demás. Andújar asegura que su instalación no pretende dar respuesta a estas cuestiones, sino plantearlas. Pero sí toma partido: “la seguridad en Internet no se logra cuando las empresas piden al Gobierno que censure conocimientos que pueden llevar al pirateo, sino cuando invierten en la seguridad de sus redes”, expone.

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